Asociación de Ingenieros Agrónomos del Nordeste de Entre Ríos
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Entre Ríos - Argentina

CULTIVOS / 13.11.2017       484
Fitosanitarios: para conocerlos mejor
Manejo de agroquímicos. Mantener las plagas y malezas alejadas de los cultivos demanda mucha investigación y manejo profesional.
Fitosanitarios: para conocerlos mejor
 Los fitosanitarios son productos químicos naturales o sintéticos que se utilizan para mantener o recuperar la salud de los cultivos, en la imperiosa necesidad de producir materias primas de calidad a fin de garantizar la disponibilidad de alimentos y su mejor aprovechamiento biológico.
Intervienen en el proceso de protección de los cultivos cuando agentes externos pueden arruinarlos. Los fitosanitarios se utilizan desde que comenzó la agricultura, donde el barro, las cenizas y otras sustancias que se tenían a mano servían para impedir que los insectos entraran a las pequeñas despensas familiares.
Desde finales del siglo XIX se tienen los primeros datos de fitosanitarios usados sistemáticamente. Los fitosanitarios sintéticos se utilizan en el mundo desde hace más de 70 años.
Plagas y malezas. Es necesario conocer de qué hablamos cuando mencionamos a los fitosanitarios. Decimos entonces que son productos diseñados para manejar a las plagas, sean de origen animal como insectos, ácaros, ratas, palomas; hongos y bacterias que causan diferentes tipos de enfermedades y aquellas plantas, que por crecer en un lugar donde no son deseadas, son consideradas malezas.
Si estos agentes adversos no son mantenidos debajo de un nivel adecuado, provocan daños de diferente magnitud: no sólo disminuyen la cantidad sino que contaminan los alimentos hasta hacerlos sumamente peligrosos.
La tarea de mantener a las plagas alejadas de los cultivos durante el proceso productivo requiere mucho conocimiento. Existen “medidas de control” que se toman en el momento de planificar el cultivo, eligiéndose aquella variedad o cultivar que tenga menor sensibilidad al daño potencial de la plaga.
En el momento de sembrar, o inmediatamente después de hacerlo, ya se pueden estar aplicando algunas medidas mecánicas o químicas para impedir la presencia de malezas y evitar que estas compitan con el cultivo en las primeras etapas de su vida.
Curando a la semilla con una ínfima cantidad de fungicida o insecticida se puede prevenir su pudrición en el suelo, impedir la pérdida del grano en la cosecha, el ataque de pulgones transmisores de virus o la contaminación con hongos productores de micotoxinas tóxicas para el hombre y los animales.
Vigilancia. Durante el desarrollo del cultivo se debe realizar una estricta vigilancia sobre las plagas; este proceso se denomina monitoreo. Los resultados de las observaciones sirven para observar hasta qué momento se puede tolerar el daño causado por las plagas. Cuando se considere que el nivel no es tolerable, entonces se toma la decisión de aplicar una medida de control químico o cultural.
Para tomar esta decisión es importante contar con un exhaustivo conocimiento de los distintos factores que intervienen en el proceso. La identificación correcta de la plaga, maleza o enfermedad es la base para determinar cuáles son los aspectos de su biología y comportamiento que las hacen más vulnerables y aprovecharlo para aplicar las medidas de control más apropiadas, que se seleccionarán de entre varios métodos disponibles, de acuerdo la situación particular.
Posteriormente se elegirá el plaguicida que se adapte a los fines identificados y se prestará atención a todos los factores que gobiernan su aplicación, o sea, la acción de colocar al plaguicida de modo que pueda tomar contacto con el organismo dañino y cumplir su efecto biológico sin dañar el ambiente ni la salud de las personas.
Órgano de control. En la Argentina, el organismo de aplicación es el Senasa (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria).
Por lo mencionado hasta aquí puede observarse entonces que la aplicación de fitosanitarios no es una operación automática de liberación al ambiente de un producto tóxico, sino que es una operación efectuada por profesionales universitarios que tienen el conocimiento necesario para hacerlo y que se manejan dentro del marco regulatorio específico que rige en su provincia; en el caso de Córdoba, la Ley Provincial 9.164/04.
Buenas prácticas. Existe la tecnología suficiente para aplicar fitosanitarios correctamente, y que estos lleguen justamente al lugar donde se necesita que ejerzan su efecto biológico y protejan a los demás componentes del ambiente, a los animales y a las personas. Este conjunto de acciones se denomina “Buenas Prácticas Agrícolas”.
Para hacer una analogía con lo que ocurre con los medicamentos humanos, es importante recordar que estos deben venderse en farmacias. Algunos, por sus características, sólo con receta, y otros, por su parte, se aplican exclusivamente dentro de los centros de salud, recetados y aplicados por profesionales especializados.
En este caso, algunos fitosanitarios pueden utilizarse en el hogar o en el jardín; son los denominados domisanitarios. En cambio otros, destinados a los cultivos, sólo pueden aplicarse de acuerdo con la receta fitosanitaria emitida por un profesional ingeniero agrónomo y aplicados con la maquinaria y el operador debidamente capacitados y habilitados.
Prejuicios. En algunos sectores de la sociedad existen prejuicios respecto de la utilización de fitosanitarios agrícolas para mantener a los cultivos saludables, pero no los hay cuando se trata de la aplicación de fitosanitarios con otros fines. Por ejemplo, la aplicación de insecticidas para el control del mosquito vector del dengue.
En este caso, los mismos insecticidas de uso agropecuario, formulados especialmente, son aplicados sobre calles, casas, personas y vehículos, sin provocar problemas de toxicidad en la población. Sin embargo, algunos municipios cordobeses han prohibido la aplicación de fitosanitarios en distancias considerables desde el límite de los centros urbanos; suponen que así protegerán la salud de los pobladores.
No obstante, estas medidas arbitrarias pueden tener efectos totalmente contrarios a los que se desea lograr. Sin intención de negar que sea posible producir sin fitosanitarios, consideramos que asegurarnos cantidad y calidad de los alimentos es compromiso de cada uno de los actores que participan en el proceso productivo. Estos deben actuar con absoluta responsabilidad dentro del marco jurídico vigente, cada uno desde el rol que le corresponde.
Por eso, el objetivo de estos comentarios es brindar información para aumentar el conocimiento de la sociedad en general respecto de la protección de cultivos y profundizar el sentido de responsabilidad entre los profesionales ingenieros agrónomos y todos los actores del proceso relacionado con la utilización correcta y segura de fitosanitarios.
Inversión en I+D. Los fitosanitarios son productos que han sido sometidos a un largo proceso de investigación, experimentación y evaluación antes de ser admitidos en el mercado.
Cada molécula lleva unos 10 años de desarrollo e implica estudios químicos, biológicos, toxicológicos, ambientales y todo lo concerniente a la formulación y comercialización.
Este proceso insume unos 250 millones de euros o su equivalente en otras monedas. Cada país tiene su propio organismo de control, que otorga un permiso especial para su comercialización después de estudiar los resultados de los antecedentes internacionales y las experimentaciones locales.
Informe difundido por Casafe. La autora es ingeniera agrónoma, profesora asociada Departamento Protección Vegetal FCA-UNC; alicavallo@gmail.com

Fuente: www.ruralnet.com.ar