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AGRICULTURA DE PRECISION: EL MANEJO DE LA HETEROGENEIDAD AMBIENTAL

La lupa sobre cada metro. El desafío de Juan Aleman, como el de otros productores mixtos, es mejorar la producción justo dónde más se lo necesita.

La foto aérea del campo ya no muestra parcelas con cultivos de diferentes colores y texturas, caminos largos, montes de eucaliptos o un rodeo esparcido en una pradera verde. La imagen es otra: un mapa de píxeles capturados por un satélite a cientos de kilómetros de la tierra, que delimitan unidades mínimas del suelo, inaccesibles al ojo humano, e incorporan un nuevo modo de gerenciar los negocios agropecuarios y ganar competitividad.

En la actualidad, el desafío del productor mixto ya no pasa por seleccionar los lotes más aptos a fin de maximizar los resultados agrícolas, sino por poner la lupa sobre cada metro del campo para mejorar los resultados ahí donde más se necesita. Así lo entendió Juan Aleman, ingeniero agrónomo a cargo de las las 3.500 hectáreas del establecimiento Tacuarí, ubicado en la localidad de General Alvear, en el sudeste bonaerense, y otras tantas que se arriendan en la misma zona.

Con el objetivo de avanzar en este aspecto, Aleman redobló su apuesta a la tecnología y se sumó a los programas Indice Verde y de Heterogeneidad Ambiental, enmarcados en los planes nacionales que lleva adelante AACREA. Mientras el primero de los programas permite estimar la productividad forrajera a partir de imágenes satelitales y ajustar los planteos con mayor precisión de la que existen hasta el momento, el segundo apunta a conocer la interacción entre el ambiente y la tecnología para mejorar la toma de decisiones, desarrollar manejos ajustados pa ra cada ambiente y contemplar la aplicación variable de insumos.

El establecimiento Tacuarí (miembro del CREA Vallimanca) tiene una larga tradición en cría vacuna. Hoy, sus actividades se concentran, en mayor medida, en la cría y la recría de vaquillonas y de toritos, pero en los últimos años fue incorporando al sistema un porcentaje creciente de agricultura. Hoy, los granos representan el 17% del total de la superficie y, hacia el futuro, estiman que va a cubrir entre el 35 y el 40% de los suelos aptos.

Sin embargo, hasta ahora una de sus principales limitantes de la empresa era, justamente, la amplia variabilidad de sus suelos, repartidos entre lomas fértiles y aireadas, con buenos porcentajes de carbono y fósforo; y bajos salinos que, en general, sufrieron problemas de anegamiento. Las metas agrícolas no podían tolerar tal circunstancia.

Estas condiciones generaban rindes muy diferentes en los cultivos, según su ubicación, y dificultaba la posibilidad de ser efi cientes a hora tomar decisiones para cada actividad. Los programas Indice Verde y de Heterogeneidad Ambiental vinieron a subsanar este problema.

Como primer paso, los proyectos empezaron a ponerse en práctica con la utilización de monitores de rendimiento para caracterizar los ambientes. "En la última campaña, mapeamos cada lote del campo y, al interpretar la información, confirmamos que los sectores más altos tenían mejores rendimientos. Esto se debería a características estructurales del suelo, relacionadas con la fertilidad, la aireación y la profundidad del perfil, entre otras", explicó Aleman.

Lo cierto es que las primeras evaluaciones realizadas a partir de los programas, ya generaron varios cambios en Tacuarí. "En la campaña actual, sembramos en forma diferenciada. Seleccionamos los mejores ambientes para hacer agricultura y buscamos seguir con la ganadería, pero en sectores menos aptos", dijo.

La interpretación de los mapas de rendimiento llevó a la empresa a partir por la mitad un lote que en el ciclo pasado había sido sembrado con soja. Este año, el sector con mayor rendimiento (que coincidió con la parte más alta) fue implantado con maíz. Y la zona más baja, que había arrojado un rinde menor, la sembraron con soja. "Le dimos el mejor ambiente al cultivo que más lo requería", resumió Aleman.

"En algunos lotes, si el rinde era inferior a un valor que considerábamos relevante, y si constatábamos que el suelo tenía problemas de salinidad o alguna complicación estructural, directamente no lo volvimos a sembrar", apuntó. El técnico señaló que la empresa busca avanzar sobre los aspectos macro del sistema. "Primero estamos tratando de encontrar los ambientes superiores para implementar la agricultura, que es lo más rentable en este momento", afirmó.

El trabajo de Aleman se enmarca en los planes nacionales que lleva adelante AACREA, al que se plegó la zona Sudeste del movimiento. Allí, los programas de Indice Verde y Heterogeneidad Ambiental ya están en marcha y generan expectativas por su repercusión en la productividad y la sustentabilidad de los planteos.

El proyecto de Indice Verde se desarrolla a partir de un convenio alcanzado entre el laboratorio regional de teledetección de IFEVA—FAUBA y AACREA, en el que también participa el INTA. A partir de este acuerdo, ya se evaluaron 42 campos y un total de 73.800 hectáreas que pertenecen a la zona Sudeste de AACREA. Y se espera llegar a 130 campos y unas 200.000 antes de fin de año. Pero esta es sólo una parte del proyecto, que involucra unas 500.000 has ganaderas en total.

Los productores que participan de este proyecto pueden acceder a datos sobre su producción forrajera, los cuales son registrados desde febrero de 2000 mediante un sensor ubicado en un satélite de la NASA. El satélite pasa diariamente sobre cada establecimiento y toma un dato cada 5,3 hectáreas. Luego, las imágenes pasan a estar disponibles, de manera gratuita, en la página de Internet de la NASA.

Martín Oesterheld, profesor e investigador de la Facultad de Agronomía (UBA), explicó los alcances del proyecto. "A diferencia de la producción agrícola, para la cual solemos tener buenas cuantificaciones, en la mayoría de los sistemas ganaderos extensivos no sabemos cuánto forraje producimos", señaló. "Esto tiene consecuencias sobre la precisión y la calidad de los diagnósticos que hacemos al presupuestar la carga y la distribución estacional del rodeo; también, al comparar establecimientos o al diagnosticar qué pasó en un ciclo ganadero", agregó.

Pero el objetivo del proyecto no termina con el dato de productividad. La verdadera finalidad es que la información generada se transforme en decisiones concretas de manejo. "Los presupuestos de balance forrajero y los análisis de campaña ganadera cuentan con información confiable de la productividad forrajera, lo cual permite ajustar la carga y diagnosticar mejor", concluyó, marcando cuál es el potencial de crecimiento de esta tecnología y el enorme impacto que puede tener sobre la productividad y los resultados de las empresas
 
Fuente: Clarin Rural