A aquellos que tienen la soja en su mente permanentemente (los investigadores, por ejemplo), o el cultivo ya sembrado en sus campos, es evidente que nada los detiene. El principal cultivo del país que no deja de batir récords de producción, en la presente campaña mostró un fuerte aumento en la fertilización con el objetivo de continuar mejorando los rendimientos, que en campos bien trabajados superan los 30 quintales por hectárea y llegan casi hasta los 40 quintales en algunos establecimientos de la zona núcleo; el promedio país es de 25 quintales aproximadamente.
"Diez años atrás sólo se fertilizaba menos que el 10% del cultivo, pero luego, lentamente, esto fue aumentando porque los productores se comenzaron a dar cuenta de que la aplicación de nutrientes era sinónimo de ganancias", dijo Gustavo Ferrari, técnico de Desarrollo Rural del INTA Pergamino. Y así se llegó a esta última campaña en la que se verificó un fuerte aumento en la fertilización. Según Enzo G. Cástino, director ejecutivo de Fertilizar, "analizando una encuesta que realizamos todos los años con Icasa-Mora y Araujo, cuya finalidad es monitorear cómo se está dando la reposición de nutrientes en la Argentina, vemos que la tendencia hacia la fertilización en soja sigue siendo positiva. De acuerdo con ponderaciones de consumo calculamos que en la oleaginosa se aplicaron 700.000 toneladas contra 500.000 toneladas de la campaña pasada.
Agregó Cástino, que en ese estudio se le preguntó a unos 450 productores de la pampa húmeda si fertilizaron su soja en este ciclo y el 70% de los consultados respondieron afirmativamente. Para el especialista, éste es un dato no menor si se piensa que en 2000 sobre los mismos encuestados, sólo un 25% de los productores fertilizaba la oleaginosa porque consideraban que no percibirían un beneficio económico. "Ahora se ve que hay más conciencia tecnológica en aplicación; lo prueba el hecho de que cada vez más productores son conscientes de optimizar el manejo aplicando al cultivo anterior fertilizantes para favorecer a la soja", expresó Cástino.
Tendencia general
Eddy Fay, presidente de Mosaic, coincide totalmente. "Como tendencia general vemos que el productor está intensificando más la tecnología, buscando maximizar rindes y rentabilidad, utilizando al fertilizante como elemento clave para el logro de estos resultados. Un punto para destacar es que el incremento fundamentalmente se sostiene buscando maximizar el balance de nutrientes, especialmente en fósforo y azufre (fundamentales para la soja)."
Para el especialista, "esto muestra la lógica de nuestra inversión en la planta de Super Fosfato Simple (SFS- que contiene fósforo y azufre). "El crecimiento de uso de SFS en soja nos habilita a adelantar la expansión de la planta para este año. Por último, otro punto a destacar es que el consumo de fertilizante en soja viene creciendo a un ritmo del orden del 30% anual en los dos últimos años. Esta tendencia continuará al mismo ritmo, ya que el productor comprobó que, además de preservar sus suelos, es una excelente inversión", agregó.
En la Argentina se trabaja en este sentido en la teoría de los rendimientos y no sobre la teoría de reposición de nutrientes. Sin embargo, la concientización de la necesidad de devolver nutrientes al suelo crece. Se considera que están fuera del sistema un 30% de los productores y, según el ingeniero Ferrari, en algunos campos del oeste bonaerense en pocos años el fósforo ha disminuido de 60 partes por millón (ppm) a 25 partes por millón, un índice peligroso. Por lo cual se piensa que no podrá pasar mucho tiempo más sin que se haga frente, seriamente, a este importante problema.
Según afirma el INTA, el cultivo de soja es uno de los más extractivos de la región pampeana. Se destaca no sólo por el fósforo sino también por los otros elementos principales como son el potasio, el azufre, el magnesio y aún el nitrógeno. Esta gran extracción sumada a la baja reposición han resultado en la degradación de los suelos, especialmente aquellos con más frecuencia de soja en la rotación agrícola.
Martín Díaz Zorita, asesor privado, investigador del Conicet, docente de la Fauba, socio del estudio DZD Agro y responsable del Departamento de Investigación y Desarrollo de Nitragin Argentina, reafirma que el incremento de fertilización en soja es un hecho, aunque la proporción es aún inferior y distante del porcentaje de fertilización en cultivos de cereales tales como trigo y maíz. En su opinión, este crecimiento es más marcado en los cultivos de soja de primera que en los de segunda, porque en estos últimos gran parte de las necesidades de fósforo y de azufre son cubiertas por las aplicaciones de estos nutrientes en el cultivo de trigo anterior.
Para el especialista, los rendimientos de soja muestran un crecimiento sostenido en los últimos años como respuesta a la utilización integrada de prácticas para la alta producción. Esta mayor producción tiene dos efectos principales desde la perspectiva de la nutrición mineral de los cultivos. Por un lado se incrementa la extracción de nutrientes en los granos deprimiendo su disponibilidad en los suelos y por el otro, las necesidades de nutrición de los cultivos que aumentan proporcionalmente con la mayor productividad alcanzable.
Para Díaz Zorita, nitrógeno, fósforo y azufre son los tres elementos que con mayor frecuencia limitan el logro de cultivos de soja de alta producción en la Argentina. Entre éstos, dado que la soja tiene la posibilidad de abastecerse de nitrógeno del aire a partir de la fijación biológica lograda en simbiosis con bacterias de rizobios, una vez cubiertas las necesidades de nodulación y de fijación, el fósforo y el azufre cobran mayor relevancia.
Corrección
El impacto de la corrección de necesidades de estos dos últimos elementos varía según regiones y sistemas de producción. No obstante, cada día son más frecuentes los resultados de evaluaciones, tanto desarrolladas por instituciones como el INTA, Aacrea, Aapresid o por empresas y productores, que muestran mejores rendimientos de soja al fertilizar con fósforo y con azufre. Además, a partir del análisis de más de 1000 lotes de alta producción en el sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires durante los últimos 5 años, se identificó a la nutrición del cultivo (inoculación y fertilización con fósforo y con azufre) como uno de los factores de manejo más frecuentes en aquellos productores que representaron al 10% de los de mayor productividad.
En opinión de Díaz Zorita, los fertilizantes aplicados en soja tienen como propósito principal la corrección de necesidades de fósforo y en algunas regiones también las de azufre. Mayormente, esta práctica se concentra en la incorporación durante la siembra en bandas junto o por debajo de la línea de siembra, que es cuando se logra mayor eficiencia de aprovechamiento del fósforo.
En algunas condiciones se observa la aplicación anticipada de estos fertilizantes en superficie ("al voleo"), con menor eficiencia en términos de respuesta en rendimiento por unidad de fertilizante aplicada, pero con beneficios operativos que lo justifican. En el caso de las correcciones sólo con azufre, dada la movilidad de este nutriente en el suelo, las aplicaciones de los fertilizantes son tanto "al voleo" como incorporadas durante la siembra.
Por Héctor Müller
De la Redacción de LA NACION
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