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GANADERIA: ALTERNATIVAS QUE CRECEN

La asociación entre producción forestal y ganadera está dando muy buenos frutos en varias zonas del país.
Madera y carne. Carne y madera. Es una excelente combinación a la que le están sacando el jugo los especialistas del INTA en la provincia de Misiones. Es que el pasto "jesuita" que crece tierno, sabroso y nutritivo debajo de las forestaciones, es capaz de agregarle 1,200 kg de carne a un novillo.
La combinación que más funciona es la de introducir plantaciones en campos ganaderos, confesó el Ing. Agr. Santiago Lacorte. Y es que este "maridaje" -como gustan repetir hoy los sommeliers- se da muy bien entre ambos productos. "Lo más importante del desarrollo de los sistemas silvo-pastoriles o SSP es que permiten al forestador contar con un flujo de caja (gracias a la ganadería) y al ganadero capitalizarse a largo plazo (gracias a la forestación)", dijo.
Para Lacorte, del INTA Posadas, y el Ing. Agr. Roberto A. Fernández, del INTA Monte Carlo, "estos sistemas combinan la 'caja chica', simbolizada en la ganadería, con la 'caja de ahorro', en la forestación, sobre la misma superficie de tierra".
La propuesta ya estuvo en el escenario nacional durante un encuentro realizado en Tandil y el 1° Congreso Nacional de Sistemas Silvopastoriles, que sesionó en Posadas en mayo pasado. Lacorte también trabajó junto al Ing. Agr. Jorge Esquivel y desarrolló un programa con Fernández.
Lacorte explicó a Clarín Rural que "consiste en ir insertando las forestaciones dentro de los establecimientos, sin perturbar ni entorpecer su desenvolvimiento. Es desarrollar una conciencia forestal en todos los productores, que podrían ser de todo el país".
El costo de las plantaciones con destino silvopastoril es menor que las forestaciones puras (menor densidad inicial, menor control de malezas, no se realizan reposiciones, se forestan en suelos con pocas hormigas, etc.). La ganadería y la agricultura proporcionan ingresos anuales, en tanto la forestación, una capitalización a largo plazo que cambia la escala de la empresa agropecuaria inicial.
"En el largo plazo, la forestación da una plasticidad económica al establecimiento", dijo Lacorte. El ingeniero y su colega Fernández recordaron que la Argentina no es un país con tradición forestal, porque su cultura ha sido extractiva, por ejemplo con el quebracho, cedro, los lapachos en Misiones, o la lenga y los iñires en el sur: "una explotación, sin reponer". "Y en el SSP -donde se introduce una forestación, no pura, ni maciza, sino una actividad económica más- si la madera no tiene precio este año, puedo esperar dos o tres años más. La forestación tiene su propio galpón, a cielo abierto", explicó Lacorte.
Agregó también que "vamos a una forestación de altísima calidad, integrada a la industria, como la del mueble, que genera mucha fuente de trabajo". En Misiones, por ejemplo, Lacorte realizó una experiencia de 8 años con grevilea, pasturas y novillos. "La grevilea es decorativa, de altísimo valor, y al usarse el faqueado donde se sacan micro-láminas simétricas que aumenta el valor de las caras del terciados, por sus vetas perfectas, o de otros aglomerados, valorizando los muebles".
¿Es un sistema cruzado, que beneficia a ambos por igual? Lacorte confiesa que "es más propenso a hacer forestación el ganadero y no el forestador puro, como los chilenos que tienen miles de has en el norte y les resultaría costosa la ganadería, por la necesidad de infraestructura. "En cambio, al ganadero meter forestación arriba de sus pasturas o pastizales, las deja crecer, no le molestan, pero se va capitalizando, con la infraestructura ganadera abajo", señalaron Lacorte y Fernández.
Entre Misiones y Corrientes, hay unas 30.000 has -mitad y mitad en cada provincia- con manejo silvopastoril. En Corrientes se puede decir que un 8% de las 400.000 has implantadas tienen este tipo de producción. En Misiones hay un poco menos de bosques implantados. En esta zona, donde los eucaliptus crecen 7 metros por año, y donde los pinos están listos para cortar en 17 años (crecen 2,5 a 3 cm de grosor por año). En los sistemas pastoriles, al estar aisladas, mejora su rendimiento. Los resultados obtenidos en las pruebas son excelentes. Una vaquillona llega a los 300 kilos en 18 meses, con un animal o dos por hectárea.
Patricio Downes.
pdownes@clarin.com
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Fuente: Clarin Rural www.clarin.com