El mixer es a la ganadería lo que la siembra directa a la agricultura. Y así como la siembra directa fue impulsada definitivamente por la llegada de la soja resistente a glifosato, el mixer tuvo como arrancador al silo de maíz, abanderado de la intensificación ganadera. A medida que se avanza en la era de la intensificación, el mixer se tiene que adaptar a los nuevos requerimientos.
Cuando se trataba de suplementar con granos a la hacienda en pastoreo, tanto en tambo como en engorde, las alternativas eran muy simples. Desde dar la ración en el comedero del tambo, hasta carros racionadores para granos, yendo al lote en pastoreo. Y no mucho más.
Pero a medida que los encierres van ocupando un carácter cada vez más estratégico, limitando y hasta eliminando coyuntural o definitivamente el pastoreo, pasa a jugar en primera el concepto "TMR" (Ración Totalmente Mezclada). La idea es dar a la hacienda una alimentación balanceada y uniforme, garantizando que llegue a cada animal lo que se desea.
Hoy el mercado está bien abastecido de mixers de todo tipo, que han tenido una vertiginosa difusión en los últimos quince años. La última ola es la del mixer vertical, que tiene el atributo principal de poder mezclar el rollo de heno con los silajes y los granos. Sus mentores reivindican la ventaja de evitar la molienda de los rollos, indispensables para los carros mezcladores tradicionales.
Los mixers horizontales están bien adaptados para mezclar todo tipo de silajes de picado fino y granos enteros o molidos, pero a la hora de echar un rollo adentro, primero había que molerlo. Y a pesar de que la llegada de los contratistas de silaje, con picadoras superpoderosas, más las embolsadoras, permitía hacer silos de gran calidad y excelente conservación, el rollo siguió cumpliendo un papel fundamental a la hora de conservar sobrantes de pasturas. No hay sistema más económico y sencillo que el fardo redondo. Por eso la mayor parte de los excedentes estacionales de alfalfa y verdeos se siguen arrollando. Pero el problema se presentaba a la hora de dar de comer. Se asistía al contrasentido de tener que molerlo para meterlo en el mixer, mientras los nutricionistas pedían "fibra larga". Ahora, con los mixers verticales, esa limitación desaparece: se puede mezclar fibra larga de alfalfa con picado fino de maíz, más granos y subproductos. A la hora de calcular la mezcla, hay que saber cuánto pesa el rollo entero, que a efectos prácticos es una unidad indivisible.
Sin embargo, lo mejor está por verse. También lo peor. Veamos cómo pueden derivar la revolución forrajera.
Así como hacer silo no es -parafraseando a Raúl Acotto, uno de los más experimentados contratistas de silo de la Argentina- "amontonar pasto", hacer rollos no significa conservar pasto de calidad. Más bien todo lo contrario, en la mayor parte de los casos. Lo que en general se ve es rollo mal confeccionado, y pésimamente conservado. En consecuencia, el mixer vertical puede ser una bomba de tiempo: en lugar de balancear correctamente la comida, correremos el riesgo de tirar abajo la calidad de la mezcla.
El primer punto, entonces, es resolver el complejo problema de la henificación en zonas húmedas. La demora en el secado de la andana es el mayor de los desafíos. Hoy se cuenta con hileradoras-acondicionadoras, pero su empleo no se ha generalizado. Es el primer paso. Su empleo no solo acelera el secado, sino que empareja la velocidad de deshidratación del tallo y las hojas. Esto evita la pérdida de hojas, el mayor problema del enfardado de alfalfa. Basta recordar la clásica nube verde que acompaña a la rotoenfardadora.
La solución ideal sería el silopaq, que permitía hacer y conservar silaje de pasturas de alta calidad. Pasó de moda arrasado por la llegada del picado fino y el mixer convencional. Si la molienda del rollo seco era costosa, pero factible, la del rollo húmedo era directamente imposible. Pero el mixer vertical no tiene impedimentos. En consecuencia, el "paquete silopaq-mixer vertical" puede reubicar al rollo verde en el sistema forrajero argentino.
Una de las grandes ventajas del silo con la arrolladora es la posibilidad de independizar las tareas, que no van en simultáneo sino que son secuenciales. Ejemplo: en el silo de picado fino se requiere que la picadora esté acompañado por los camiones volcadores en cantidad acorde con su capacidad de trabajo. Y en el bunker o la embolsadora, otro equipo trabajando con igual ritmo. Para mover todo este circo, hace falta una superficie mínima. La situación más usual, en la mayor parte de los tambos o establecimientos de engorde, es que los sobrantes de pasturas aparecen a diario y en pequeños lotes. Recién cuando hay un paño grande, se llama al contratista. Y con los sobrantes se hacen rollos que muchas veces se pudren a la intemperie.El ensilado con la arrolladora, en cambio, no requiere trabajar en simultáneo. Llegado el caso, el mismo tractorista puede cortar a la mañana y ensilar a la tarde, o al día siguiente. Y "silopaquear" después, cuando junta los rollos húmedos. Utiliza una estructura que ya está (segadora y rotoenfardadora) y sólo tiene que agregar la envolvedora.
Una de las cuestiones que se planteaban como limitantes para el rollo verde era el costo del film de envoltura. Pero éste ahora se produce en el país. Y además hay equipos nuevos que ahorran casi la mitad del polietileno. Se trata de los sistemas de empaquetado en tubo continuo ("silotube" o "siloline"). Están muy en boga en Uruguay. Se coloca cada rollo arriba de una mesa, que los va envolviendo mientras los empuja hacia atrás. Hemos visto trabajando esta máquina hace más de quince años en el Estado de Nueva York. Sea silopaq clásico o en tubo, con el mixer vertical se abre una nueva posibilidad: fibra larga con la mejor calidad y hecha en casa, con menor costo. Más proteína, más materia seca conservada, en mezcla con silo de maíz y concentrados. Es para pensarlo.
Héctor A. Huergo.
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